El
último deseo
Y
aquí estoy, sentado en el pasillo de un hospital.
A
un lado de la puerta de la sala en la que se encuentra una mujer.
Esa
mujer fue quien me dio la vida, que me trajo al mundo, si, mi madre.
Mi
nombre es James, tengo 20 años.
En
enero del 2010, me enteré que mi madre tenía una
enfermedad terminal.
Dos
años de vida era lo que le quedaba, luego se iría.
Su
corazón estaba dañado, enfermo, casi sin vida.
Pero
su cuerpo luchaba por seguir de pié día tras día,
solo por mí.
Mi
padre falleció a los 30 años.
Les
confieso que no fue fácil salir de ésa, pero sentí
que si no lo hacía, mi madre tampoco lo haría.
Ellos
se amaban mucho, y cuando él se fue, mi madre supo que ya no
volvería a ser feliz.
Cuando ella nació, los doctores descubrieron que su corazón no funcionaba como el de cualquier otro niño, y que debía ser tratada.
A
los 18 años, deja de ver al doctor, la rebeldía
adolescente, la obliga a tomar esa decisión. A los 19 conoció
a papá y a los 22 nací yo.
8
años viví con mis padres, y fue ese mismo día,
el día de mi cumpleaños que mi padre falleció.
Mamá
enloqueció de dolor y la internaron en un psiquiátrico.
Mi
tía me llevó a su casa y se hizo cargo de mí.
No
volví a ver a mi madre desde entonces, no quería verla
en esas condiciones.
Cumplí
18 años y me fui de casa de mi tía entonces me entero
que mi madre ya había salido de psiquiatría y que
estaba en casa.
No
entendía porqué mi tía no me lo había
dicho.
Regresé
a casa con mi madre. Ella no me reconoció al principio, pero
después de un año, su mente fue aclarándose otra
vez, junto con los 8 años de mi infancia.
En
enero del 2010, cumplí los 19 años y allí me
enteré de la enfermedad de mi madre.
Era
algo de lo que no debía enterarme y esa fue la razón
por la cual mi tía no me dijo del regreso de mi madre. Ella
tenía miedo de que mi corazón no soportara tantos
golpes, pero ¿saben algo?, siempre fui muy fuerte.
Estoy
siempre seguro de mis decisiones y no busco lío o problemas,
más bien ellos vienen a mí.
En
fin, era verano, estábamos los dos en la cocina y hacía
calor.
Mamá
estaba preparando un pastel porque al día siguiente sería
mi cumpleaños.
Si
hay algo que siempre me fascinó, fueron sus pasteles, extraños
sus pasteles.
Ella
lo quería hacer por los cumpleaños que se había
perdido de mi vida.
Recuerdo
esta pregunta que le hice como si hubiera
sido
ayer.
-Mamá,
¿ no crees que ya estoy poco grande para los pasteles?
Ella
sonrió, pero luego esa sonrisa se transformó en llanto.
Yo
la miré y traté de consolarla,…- mamá, no era
mi intención, extrañaba tus pasteles, solo te pregunté
porque es la típica pregunta que hacen los adolescentes cuando
sus madres los tratan como niños.
Pero
no es nada contra tus pasteles, amo tus pasteles mamá y no hay
nada de malo que me trates como niño.
Entonces
me abraza.
Estaba
ahogada en llanto, era como si quisiera decirme algo pero no podía.
Se levantó de prisa, y en un intento por esquivarme, cae al
suelo.
-Mamá!
Espera, déjame ayudarte.
-Mamá,
tienes que calmarte, ¿ qué sucede?.
La
senté en una silla y le serví agua en un vaso.
Ella
se calmó.
-dime
mamá, es por los pasteles?.
-no
hijo, no es por eso.
-entonces
que es?
-no
es nada hijo.
Yo
la miré fijamente a los ojos e intenté darle seguridad
con mi mirada sincera.
-mamá,
sabes que puedes contarme lo que sea, siempre voy a escucharte.
Ella
acarició mi frente, bajó la cabeza y dijo tres palabras
que simplemente me condenaron…
-voy
a morir.
Tres
palabras, solo tres palabras.
Recuerdo
que creí que estaba jugando, pero su mirada me dijo que no era
ninguna broma.
Visité
su doctor 7 veces y siempre me dijo lo mismo.
Solo
tiene dos años de vida.
Estoy
esperando a que el doctor salga de la sala para poder entrar a ver a
mi madre.
Es
24 de diciembre.
A
las 12 de la noche será navidad.
Mamá
está dormida.
Ayer
en casa mamá tubo un desmayo, la traje al hospital de
inmediato.
El
doctor dijo que el 25 de diciembre se estarían cumpliendo los
dos años de vida, y que cuando amaneciera, su alma y habría
dejado su cuerpo involuntariamente.
Por
eso tendría desmayos muy concurrentes.
Tan
solo saber que dentro de unas horas será navidad y que mi
madre dejará el mundo me da tanto miedo.
En
toda mi vida, jamás había querido que la navidad no se
presentara.
Recuerdo
una de las navidades.
Fue
el año pasado.
No
sabíamos que iba a fallecer, entonces, festejamos esa navidad
como la última sin saber que le quedaba una más.
Era
noche buena y mi mamá estaba en el patio de la casa.
Yo
estaba asando un rico pollo.
Nadie
más estaba, solo ella y yo.
Mamá
estaba sentada en el escalón de la entrada, pensaba.
Me
acerqué a hacerle compañía abandonando el puesto
de asador por un momento.
-que
piensas mamá?
Conozco
a mamá, y sé que cuando baja la mirada y acaricia mi
frente. Es porque tiene algo guardado que quiere salir.
-Que
sucede mamá?
Me
miró.
-no
te dí todo el amor que necesitaste hijo. Estuve en falta. Y
eso es de lo que me arrepiento siempre que te miro a los ojos.
Esos
ojos tan claros y bellos como los de tu padre. Y te juro que pienso
horas en eso. Porque cuando falleció, no pude ser fuerte por
ti, por los dos, porque...
-shh!
No digas más. Quítate ese remordimiento que solo te
hace mal. Estamos aquí, juntos los dos, eso es lo único
que importa, el pasado es pasado, el pasado está olvidado.
Le
dije susurrando, interrumpiendo sus lamentos.
-pero
no te dí lo que necesitaste.
-me
diste lo que soy, tengo tu seguridad, tu amor, tu cuidado, y eso va a
acompañarme toda la vida, porque eso es lo que me dejas,
teniendo eso, tengo todo lo que necesito para seguir.
-jamás
te reclamé nada, jamás te culpé de nada, no lo
hagas tú, y si ésta es la última navidad que
tendremos juntos, quiero que sea la mejor, olvidemos todo, olvidemos
que ya no estarás, juguemos un día a imaginar que
dentro de tres años estarás conmigo, olvida tu
enfermedad por esta noche, es más, tengo un regalo para ti.
Entonces
traje un paquete envuelto en un papel brillante y se lo entregué
delicadamente en sus manos temblorosas y frágiles.
-ábrelo,
le dije mientras ella lo miraba.
-pero
todavía no es navidad…
-vamos!
Ábrelo, no creo que Santa se enoje si lo abrimos 15 minutos
antes de navidad, o si? .
Ella
sonrió y abrió el paquete.
Entonces
sus ojos se iluminaron.
Era
un álbum de fotografías de cuando era bebé,
cuando inicié el preescolar y de la secundaria. Quedó
muy asombrada, -pensé que estas fotos se habían
perdido.
-no
mamá, yo las tenía, agregué algunas de la
secundaria.
-oh!
Estás hermoso en todas! Tienes que terminar los estudios hijo.
-si
los terminaré, te lo prometo.
Miramos
el álbum hasta que llegaron las 12 de la noche y el cielo se
decoró con hermosas luces de colores.
Solos
ella y yo, mirando fotografías que hablaban solas.
-no
encontré ni una foto en la que estemos tú papá y
yo.
Yo
las quemé, no fue mi intención, es que estaba tan mal,
que ver esas fotos me recordaba lo que perdí, a tu padre y a
ti mi niño.
Mamá,
quieres olvidar eso? No me perdiste, estoy aquí, ¿ no
me ves ? , estoy y estaré siempre en ti, como tú estás
y estarás siempre en mí.
-gracias,
estoy muy orgullosa del hijo que Dios me dio el privilegio de tener.
La
abrasé tan fuerte como un jugador de fútbol americano
abraza a su balón.
-te
gusta mi regalo? Le pregunté.
-claro
que si, pero tú eres mi mejor regalo, el mejor regalo.
Cortamos
el pollo y nos sentamos a brindar como en las antiguas navidades.
-cual
es tu deseo mamá?
-¿Cómo?
Preguntó
-porqué
estás brindando?
Ella
pensó durante 5 segundos.
Brindo
por ti, porque quiero que tengas la mejor vida, aún sin mí
en ella, ése es mi deseo.
La
miré y dije…
-no
te despidas mamá, aún estás aquí, mi
deseo de navidad ya se cumplió, así que no cuenta si
pido otro.
Ella
me miró y quedó pensando por un segundo y luego lo dejó
pasar.
Y
brindamos a la luz de una vela blanca encendida y apoyada en medio de
la mesa.
Y
así cerró la noche, una navidad que guardaré en
mi memoria.
Llegó
el doctor, voy a entrar a ver a mi madre.
Dijo
que despertó, así que ahora, seré fuerte y la
veré.
Un
mes después.
27
de enero 2012
Hoy
estoy aquí sentado bajo un árbol, recordando las
últimas horas junto a mamá.
Recuerdo
todo tan claramente…
24
de diciembre de 2011
(
en el hospital )
Entré
a la sala, ella estaba acostada esperándome.
En
cuanto me vio, intentó ponerse de pié…
-no
no no no. No te levantes.
-aún
no estoy muerta hijo.
-no
puedes salir
-si
puedo, quiero ir a casa, vamos a casa, festejemos juntos nuestra
última navidad.
Ella
hablaba segura de sus palabras, y era como se estuviera dándome
una orden.
Su
última petición y debía ser concedida.
-quieres
ir a casa? Le pregunté
Si
muero acá, es lo mismo que muera allá.
Aunque
esas palabras me chocaran y dolieran, era la realidad, entonces fui a
hablar con el doctor.
-por
supuesto que no! Dijo él
-por
favor, ella quiere festejar su última navidad conmigo, sé
que es una mala idea, pero entienda, para mi esto es muy complicado,
es duro verla allí acostada.
Dentro
de unas horas ya no le veré, y quiero pasar mis últimos
segundos con ella en nuestro hogar, es su última petición.
El
doctor bajó la mirada, suspiró, y por último,
acentuó la cabeza y sonrió.
Llévela
a casa.
Gracias
Compré
un pollo y esta vez lo puse en el
Horno.
Estábamos adentro y a media cuadra de la casa, había
una ambulancia esperándola.
Me
arrimé a la mesa, ella estaba allí, sentada en una
silla esperando el pollo.
Tomé
sus manos y luego la miré a los ojos.
Ella
sonreía, fue un momento en que no pensamos nada más que
en nosotros dos.
Pensamos
en el pasado, en lo que vivimos, hablábamos sin hablarnos, con
miradas.
Entonces
el reloj rompe el silencio con la campana, ding dong, avisándonos,
“ya son las doce, es navidad”.
Nos
arrimamos a la puerta a observar los cohetes explotar en el cielo,
como las navidades pasadas, solos los dos.
En
el brindis, -y cual es tu deseo mamá’
Ella
miró mis ojos y fue entonces, cuando laa habitación se
llenó de melancolía y pensamientos compartidos.
-mi
último deseo de navidad, no me olvides, dijo ella mientras se
secaba las lágrimas de emoción que salían de sus
ojos y mojaban su blusa.
-
nunca, contesté con una sonrisa a medio salir.
-¿
y tú hijo, cual es tu deseo?
Yo
simplemente sonreí, porque mi deseo era el mismo del año
pasado y también se cumplió en esa navidad.
-ya
se cumplió mamá
Ella
me miró incógnita e intentaba imaginar cual era ese
deseo, que se cumplía antes del brindis, y que nunca se lo
mencioné.
Brindamos.
Noté
que sus ojos se caían de sueño. –llévame a mi
cuarto hijo, siento que me estoy yendo.
-todavía
no te vayas, quédate un ratito más-
Ella
estaba cansada, se notaba en su mirada, entonces la llevé a su
cuarto.
La
acosté en su cama, le quité las zapatillas y encendí
la radio.
Recuerdo
que cuando era niño, en las noches de lluvia y relámpagos,
corría al cuarto de mis padres y me refugiaba entre medio de
ambos.
Allí
sentía seguridad y creía que mientras estuviera allí,
ningún relámpago iba a alcanzarme
-.hijo
ven, acércate.
Lentamente
me acerqué a ella.
-Dime.
-Recuéstate,
recordemos esos días en que éramos felices.
Y
me acosté allí, a su lado, hablamos por horas y reíamos
un montón. Hasta que se hizo muy tarde y…
-hijo,
te acuerdas cuando yo me iba a trabajar y tú no querías
que me fuera y cuando llagaba el taxi, llorabas y te agarrabas de mis
piernas para que no me fuera?
-si,
lo recuerdo.
Ya
me veía venir su despedida.
Bueno,
es hora que me vaya, pero prométeme que me dejarás ir.
-pero
porque ahora, no te vayas a trabajar aún, quédate solo
un rato más.
-el
taxi ya llegó hijo.
No
me aguanté, estaba ahogado en lágrimas, se estaba
yendo…
-hijo
-sí
mamá
-¿Cuál
es tu deseo?
-mi
deseo
-ese
deseo que se cumple siempre, dímelo, no me dejes con la
intriga
-mi
deseo, mi deseo eres tú, que nunca te vayas de mí, ese
es mi deseo.
-siempre
viviré en ti.
Fue
cerrando lentamente los ojos y partió.
25
de diciembre de 2011
(
en casa )
Desperté
y allí estaba, bueno ,solo su cuerpo, frío y pálido.
La
miré y acaricié su rastro, besé su frente y allí
me quedé, agarrando su mano, mirándola por última
vez.
Allí
me di cuenta de algo.
Mi
madre si debía irse, a ese lugar donde está papá.
Y
juntos los dos, me mirarán desde ese lugar y me cuidarán.
La
semana pasada, fui a casa de nuevo. Tenía que devolver la casa
que era rentada y había que vaciarla para regresársela
al dueño.
Fui
al cuarto, miré su cama y sonreí porque estuve allí
con ella hasta el último instante de su vida.
Voltee
la cabeza y ví en la recámara un paquete envuelto con
un papel brillante. Tenía una tarjeta que decía para
James de mamá.
Cuidadosamente
lo abrí y allí lo ví,
Era
un retrato de mamá y papá y yo cuando era bebé.
Adentro
había una pequeña nota que decía :hijo, ésta
era la única foto que tenía de nosotros tres. Cuídala
y recuerda mi último deseo de navidad ea que nunca te olvides
que te amo.
El
fin
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